Nunca des el Cien ®

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Volvemos a la Feria del Libro de Monterrey: Tercer año y contando con "Nunca des el 100, me dijo mi hermana"

El 29 de septiembre celebramos el cumpleaños de Mafalda, la icónica niña de clase media argentina creada por Quino, quien con una sola pregunta y respuesta retrató algo profundo. En una viñeta, Quino le pregunta: "¿Practicas algún deporte de riesgo?", y Mafalda responde: "Sí, a veces doy mi opinión".

Esa línea me lleva a reflexionar sobre la rebeldía que puede ser simplemente decir lo que piensas, tomar una postura frente a las expectativas de la sociedad. Y eso es, en gran parte, lo que mi libro "Nunca des el 100, me dijo mi hermana"intenta hacer: es un pequeño acto de rebeldía contra una sociedad cansada, que nos ha hecho creer que solo autoexplotándonos, trabajando hasta el agotamiento, podemos alcanzar el éxito o la realización personal.

Este libro surge de experiencias personales y reflexiones profundas sobre la vida laboral y sus efectos sobre nuestro bienestar. Una de esas experiencias fue la de forzarme a trabajar mientras estaba enferma. Recuerdo lo mal que me sentía, físicamente agotada, pero seguía adelante porque pensaba que no podía darme el lujo de parar. Fue un grave error. No solo afectó mi cuerpo; el impacto fue mental y emocional. Sentía culpa por no rendir al 100% y, al mismo tiempo, estaba destruyendo mi salud. Este tipo de decisiones, aunque aparentemente necesarias, nos pasan factura en todos los aspectos de nuestra vida.

Ese momento fue una señal de alarma para mí: no podemos continuar quemándonos hasta quedar vacíos. La idea de que debemos dar siempre el máximo, sin importar las circunstancias, es peligrosa. De hecho, cuando todo es prioridad, nada lo es. Aquí es donde entra el principio de Pareto, el cual menciono en mi libro. Este principio, conocido como la regla 80/20, afirma que el 20% de las acciones generan el 80% de los resultados. Yo lo aplico en la vida diaria como una forma de aprender a gestionar mejor nuestras prioridades.

Me gusta pensar en el ejemplo de un mesero experimentado que puede cargar una charola llena de platos sin dejar caer ninguno. No es que gestione uno por uno, sino que sabe cómo equilibrar varios a la vez, concentrándose en el 20% de acciones cruciales que aseguran el éxito de toda la operación. Este tipo de eficiencia es lo que trato de ilustrar en mi libro: no se trata de hacer todo al máximo, sino de saber dónde y cómo invertir nuestra energía para obtener los mejores resultados.

El burnout, ese agotamiento físico y emocional que tan fácilmente se nos escapa de las manos, no es solo algo que debemos aprender a evitar. Desde mi perspectiva, el tema tiene mucha más profundidad de la que se suele abordar en artículos y posts. No basta con hablar de cómo evadir el burnout o la procrastinación. La realidad es que, muchas veces, es solo a través de vivir ese agotamiento que podemos aprender a no repetir los mismos patrones. A estas alturas, dudo que alguien pueda decir que no ha experimentado algún tipo de burnout. Lo que falta es hablar más sobre cómo resurgir de esas cenizas, cómo recuperar el control de nuestra vida después de habernos quemado.

Eso es, en última instancia, lo que busca mi libro: mostrar que no se trata de nunca equivocarse o de siempre dar el 100%, sino de aprender a recuperarse, a reorganizar prioridades y a encontrar el balance que nos permita avanzar, pero sin destruirnos en el proceso.

La verdadera realización no se encuentra en la autoexplotación, sino en reconocer que no siempre tenemos que dar el 100%. Se trata de identificar lo que realmente importa en nuestra vida y saber enfocar nuestra energía en esas áreas claves, mientras dejamos espacio para el descanso, la reflexión y el bienestar. "Nunca des el 100, me dijo mi hermana"es una invitación a reconsiderar nuestras prioridades, aprender de nuestros errores, y recordar que los pequeños momentos de felicidad, aquellos que nos traen paz y alegría, son tan valiosos como cualquier logro profesional.