Resistir, Insistir, Persistir = R.I.P.
Una vez me contaron de una conocida que, algo obstinada, compartía su lema de vida: "Resistir, Insistir, Persistir". Según ella, estas palabras le daban una fuerza para seguir adelante, sin embargo la persona que me contó sobre ella, me dijo que al parecer no se había percatado que sus palabras coincidían con las iniciales: "R.I.P." (Rest in Peace). Mientras la conocida encontraba inspiración en su mantra, yo no pude evitar pensar que ese lema era casi una sentencia al descanso eterno. La ironía me dejó reflexionando al recordar cómo yo misma me he presionado en el trabajo, me di cuenta de que esa angustia también ha sido mía.
Por mucho tiempo, he de confesar, que también seguí esa filosofía de "R.I.P." Desde temprano en el día ya sabía que continuaría trabajando hasta altas horas de la noche, me negaba descanso y hasta ignoraba el hambre o los dolores con tal de avanzar en mis pendientes. Pensaba que era “workaholic” por las largas horas, pero en realidad no podía desconectarme mentalmente. La profesora Malissa Clark, quien estudia estos temas de sobre carga laboral, explica que cuando el trabajo consume tu vida, a expensas de tu salud y relaciones, se muestran claros signos de una adicción laboral. La inseguridad laboral y el miedo a perder el empleo nos obligan a resistir e insistir, aun cuando el cuerpo clama por descanso.
Este Día de Muertos, me pregunto: ¿cuántas veces ignoramos las señales de nuestro cuerpo, pensando que "aún podemos aguantar un poco más"? La historia de Ellen, que la profesora Clark relata en su amplia experiencia, es un recordatorio crudo de las consecuencias. Ignoró un problema de salud para cumplir con las demandas laborales, y la situación se volvió crítica. Si Ellen hubiera esperado más tiempo, el cáncer podría haber sido letal. Para algunos, la Catrina no nos visita por enfermedad, sino como consecuencia de años de malos hábitos y accidentes evitables. Imaginar que una vida se apague debido a prácticas laborales insostenibles es un tema que nos confronta y un diálogo interno que debemos de tener.
Desde la civilización mexica, nuestras culturas han narrado diversas maneras de habitar la muerte. Según su cosmovisión, el destino del alma dependía de cómo había fallecido una persona. Aquellos que morían por causas naturales iban al Mictlán, mientras los guerreros y las mujeres que fallecían en el parto iban al Tonatiuhihuícac, donde los esperaba el sol. Las personas que morían ahogadas llegaban al Tlalocan, y los bebés, al Chichihuacuauhco, donde sus almas permanecían en espera. Me pregunto ahora: ¿a dónde irían aquellos que fallecen exhaustos, por los efectos de jornadas interminables?
Lo que sí sabemos es que la figura de La Catrina, retratada por José Guadalupe Posada, viene por todos, sin importar el estrato social. Vestida como gran señora y convertida en ícono del Día de Muertos, nos recuerda la fugacidad de la vida.
Para muchos, sin embargo, la desconexión total parece imposible. Incluso en mis días libres, el trabajo me persigue: mientras manejo, imagino conversaciones con colegas; en sueños, me veo atrapada en tareas sin fin, como esa vez que soñé que una revista me mantenía cautiva en su ciclo editorial interminable. La profesora Clark describe este fenómeno como "rumiación laboral", donde los pensamientos de trabajo invaden la mente incluso en momentos de descanso. Menciona que redefinir lo “urgente” puede ser clave para romper este ciclo; no todo lo que asumimos como prioridad realmente lo es. Como dice la frase:
“Cuando todo es prioridad, nada lo es”.
Esta constante rumiación también es una señal de dependencia emocional al trabajo. Un caso de esto es el que destaca Kelsey Hansen, editora del HBR sobre un consultor que confesó que los fines de semana sin trabajo le producían tristeza y desorientación, como si sin sus tareas laborales no pudiera encontrarse a sí mismo. La pregunta es si, como figuras atrapadas en una procesión interminable, también nosotros nos hemos convertido en prisioneros de un trabajo eterno.
La profesora Clark nos recuerda que, aunque las empresas deben asumir responsabilidad, el verdadero cambio debe venir de nosotros. Este Día de Muertos, honremos a la Catrina como un recordatorio de que nuestra vida debe tener un propósito más allá del trabajo. El reto no es solo evitar el agotamiento, sino también vivir con intención. Que al final, podamos decir que no fuimos prisioneros del trabajo, sino que celebramos nuestra vida, aquí y ahora.
Referencias:
Clark, M. (2024, September 20). A Workaholic’s Guide to Reclaiming Your Life. Harvard Business Review. https://hbr.org/2024/09/a-workaholics-guide-to-reclaiming-your-life
Hansen, K. (2024, September 10). Confessions from 1,000 Workaholics. Harvard Business Review. https://hbr.org/2024/09/confessions-from-1000-workaholics?ab=seriesnav-bigidea
Ulloa, K. G., García, L., Sánchez, F. P., & Vicencio, M. (2024, October 28). ¿Cuál es el origen de la Catrina? Vogue. https://www.vogue.mx/estilo-de-vida/articulo/catrina-su-historia-y-origenes