Nunca des el Cien ®

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Nunca des el 100…dijo mi hermana

(Si quieres ver este artículo, convertido en una TedxTalk, haz click aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=HkzNJ5wUvqU)

Y me lo dijo con una sonrisa y de manera irónica. Su mensaje fue recibido — aunque yo pensaba que era un chiste — , y me lo dijo porque sabía que yo estaba preocupada y decepcionada de mí misma. Había cometido un error en mi trabajo de aquel momento con una publicación que mandé a imprimir, y se iba a imprimir cincuenta mil veces.

Me tardé en digerir — o entender — y aplicar en mi vida lo que me dijo mi hermana Gaby en ese momento:

« nunca des el 100 »

Se lo dije a unos compañeros de la oficina años después. Ellos, riendo, se burlaron de lo que les había dicho. No entendieron mi «atrevimiento» de aconsejarles que ‘no se desempeñaran al máximo’. Yo solo repetí las palabras de mi hermana de manera vacía y con tono de broma, pero algo en mi interior no se reía con los demás, y creo que fue en ese momento en que este consejo se empezó a cocinar.

Me parece que vivimos en un presente exigente donde andar de ambiciosa es la única manera de destacar… decir que sí puedes hacer todo, que siempre hay tiempo para el trabajo, que eres una «guerrera» que afirma que dormir es para ‘los débiles’; que puedes manejar todas las tareas que te asignen y más y que estás ocupada constantemente es algo de sentirse orgullosa, en vez de ser algo preocupante. Puedo asegurarte de manera personal que esto solo te quitará el sueño por las noches. Te vas a enfermar y te vas a cuestionar varias veces si esto es lo que tu versión infantil esperaba de tu vida adulta.

Me tuve que cuestionar ¿a qué me estaba esclavizando?, así como si realmente valía la pena llevar ese ritmo de vida.

Hay pocos motivos para dar el 100%. Uno de ellos es que , como en cualquier videojuego — sobre todo aquellos de aventuras o de coleccionar ítems — donde se es bien sabido de todo jugador guarda los mejores ítems para el final como estrategia: no vas a usar la espada maestra con cualquier duende que te aparezca. Si quieres vivir la experiencia de verdad, la guardarás para usarla contra el jefe del nivel 144.

Otro ejemplo, es como cuando asistimos a un evento social importante — una graduación, una boda, una entrega de reconocimientos — y pulimos nuestra apariencia: nos ponemos usualmente nuestras mejores vestimentas, nos preparamos con anticipación, nos probamos la ropa, el peinado y accesorios para vernos increíbles y recordar ese momento. Las novias de una boda, usualmente, dan el 100 en su día — y con toda razón — , es un motivo para celebrar la vida.

Para algunas personas, la ropa puede ser una armadura o un soporte para elevar su presencia; si buscamos causar una impresión y ser recordados, vamos a hacer un esfuerzo extra al momento de escoger nuestro conjunto.

Otro ejemplo puede ser el hecho de donar un órgano. No es algo que cualquier persona haría. Nosotros lo haríamos, sin embargo, por nuestros seres queridos: estamos dispuestos a sacrificar ciertas partes de nosotros por aquellos que apreciamos y que queremos mantener cerca de nosotros.

A veces, cuando comemos, dejamos lugar para el postre (por muchos considerada la mejor parte).

Un ejemplo más es participar en un maratón. Para correr un maratón te preparas por meses, empiezas con distancias cortas y luego vas incrementando. Conoces y entrenas en diferentes rutas y terrenos, «sacrificas» mañanas para ganarle al sol, salidas con los amigos para poder levantarte, e intercambias tus tacos favoritos por comida que te dé energía suficiente para sobreponerte a los duros entrenamientos.

Cuando eres parte de ese grupo de corredores que están por comenzar el maratón, se siente la emoción y adrenalina, pero si quieres aguantar, si quieres terminar bien y sin lesiones, no debes arrancar dando todo lo que tienes desde el principio, no debes acabarte tu tanque de energía de golpe.
Si entrenaste, mínimo ya tienes la mitad de la distancia en la bolsa. En un entrenamiento para un maratón realmente no se tiene contemplado correr los 42.195 kilómetros porque tomaría de 2 a 4 semanas que tu cuerpo se recupere de un maratón completo, y si haces esto, arruinarías el ritmo de tu entrenamiento.

A lo mejor durante el trayecto empiezas a darte tus pequeñas «recompensas», — como por ejemplo: «de aquí hasta donde está ese poste de luz, voy a bajar mi ritmo» o «voy a agarrar una raja de naranja de las que ofrecen las porras en el trayecto» — . 
A partir del kilómetro treinta al treintaidós, el asunto se pone algo difícil, te topas con la famosa «pared», que presenta síntomas y notas cómo cada parte de tu cuerpo pesa, tu mente está exhausta y no estás segura si quieres ir al baño o tomar más agua. Cuestionas la decisión de estar ahí, consideras renunciar. Puede comenzar la desesperación. Pero para eso entrenaste y también preparaste una estrategia con herramientas que sabes que te van a ayudar a darte esos «empujones» necesarios en lo que resta de la distancia, como por ejemplo, tu ropa. A lo mejor traes tu camiseta favorita, de algún súper héroe, o tus tennis más cómodos o tus calcetines favoritos. Es ahí cuando buscas en tu celular o reproductor de música, esa lista de canciones que sabes, no importa qué, hará que te olvides de todas las molestias y puedas llegar hasta el final, esa canción que te saca del momento (yo al menos tengo dos canciones que me ponen la piel chinita y una de ellas es Zero to Hero de Hércules, la película animada).

Es importante identificar objetos, sonidos y recuerdos que nos motiven a seguir caminando, que nos inspiren. Son las razones que justifican nuestras acciones, los empujones que hacen que levantemos esas pesas, que sigamos estudiando, sigamos pintando, o sigamos haciendo cualquier actividad que nos llene el corazón.

Para mí, imaginar durante la carrera, las sonrisas de mis sobrinos, pensar en mi familia, el abrazo de mi mamá o la sonrisa de mis amigos, son buenos motivos: son energía positiva que me ayudan a olvidarme de todas las molestias de estar en el kilómetro treinta y uno, y continuar hasta la meta.

Imagina que estás en un concurso de las mejores voces, los mejores bailarines, el mejor boxeador, el talento más increíble. Es tu turno de pasar y presentarte, pero sabes que no puedes presentar tu mejor acto en la audición, porque está la posibilidad de que pases a la siguiente ronda. Para mí, esa estrategia es para que «no des el 100» en el primer intento, sino que, tengas una estrategia, donde te retes a ti misma, y saques todos los ases y naipes que tengas bajo la manga fase tras fase hasta la ronda final, donde será tu última oportunidad de demostrarle a los jueces porqué estás ahí. El curso de tus sueños depende de ese momento.

Llegar a esa instancia te costó esfuerzo y entrenamiento. En toda actividad que realicemos y que nos apasione, tenemos que pensar siempre en la posibilidad de que todo puede suceder, pues en la narrativa de nuestras vidas, esto es todo lo que tenemos.

¿Cómo vas a ganar este reto final?

No estoy para nada segura, porque en esta vida no podemos controlar todos los acontecimientos que nos suceden. Pero todo lo que te he dicho hasta ahora es mi sugerencia para enfrentar nuevos proyectos. Acompaña tu esperanza de cumplir tus metas, con resiliencia, las ganas de no rendirte. No desistas. Tienes tu estrategia, ten preparada esa habilidad que nadie pensó que tenías… cuando el jurado piense que no tienes más actos por enseñarles, demuestrales que están equivocados. Sorpréndete a ti y a los espectadores, esto es de los mejores placeres de la vida.

Nunca des el 100, significa que debes guardar lo mejor de ti para el final, tener una estrategia que requiere autoconocimiento para resaltar tus virtudes. Significa ser una campeona de resistencia, significa prepararse para el momento indicado.

En el libro de Los Originales: como los que no se conforman mueven al mundo, de Adam Grant, cuenta que la idea de la eficiencia, productividad, tomar responsabilidades viene desde la revolución industrial, (1760–1840) un momento de crecimiento para la humanidad, la economía dependía de la industria y de las máquinas. La frase «el tiempo es oro» podría decirse que nació de este movimiento — por esto a veces no nos damos cuenta que nuestra vida está en función del trabajo — .

Pero muchísimo antes, en el antiguo Egipto, existía el concepto de procrastinación, el cual conocemos como ‘el hábito de postergar o aplazar actividades o situaciones que deben atenderse’. Los egipcios tenían dos significados: uno lo definía como ‘la pereza de hacer las cosas’ y otro lo definía como ‘esperar el momento adecuado’. Procrastinar es una virtud donde puedes dejar «marinar» tus ideas, planear y ejecutar y presentar al final el concepto más pulido y acertado e incluso defendible, porque ya pensaste también en los pros y cons y las cosas que podrían salir mal. ¡Los egipcios ya lo sabían!

Lo que significa mi 100 de este año, es muy diferente al de años anteriores. Mi camino para llegar aquí ha estado plagado de momentos de decisión de dónde sí aplicarlo y dónde no. He tenido que entender que yo no soy indispensable en mi trabajo, estoy segura que hay alguien allá afuera con ideas más acertadas, más creativa. Sin embargo, le echo ganas a lo que hago, le dedico el tiempo para al menos hacerles difícil deshacerse de mí; mi trabajo requiere atención — como el de todos — y en ciertos momentos he encontrado la oportunidad donde he levantado la mano para dar mi 100. Esto a veces ha resultado en que tengo que hacer que ese momento se alargue. Pero para no colapsar tengo que pensar primero en mi bienestar, y si yo no estoy feliz conmigo, si me siento agobiada por mi trabajo, entonces mi entorno no está feliz y eso se convierte en una carga emocional extra que se apila a las responsabilidades diarias.

Yo creo en preocuparme, pero no agobiarme, para distinguir dónde sí debo dar lo mejor que tengo, que curiosamente es cuando estoy haciendo lo que me hace más feliz.

Nunca des el 100 significa madurar, significa manejar tus tensiones para evitar la fatiga, significa dar un paso atrás, respirar hondo, controlar tu respiración y ver la imágen completa y distinguir las partes que te faltan pintar.

Recuerden esto, ustedes siempre van a poder decidir dóndecómo, porqué y cuándo, dar el 100.