El tiempo es nuestra moneda
Algo que valoro de mi lugar de trabajo es que ofrece oportunidades para tener conversaciones y reflexiones sobre la cultura laboral. En esos espacios, puedo darme cuenta de la madurez que he alcanzado y espero seguir cultivando. Creo que el crecimiento profesional implica una constante recalibración de prioridades.
Y llegué a esta conclusión después de una breve temporada en la que tuve que viajar con cierta frecuencia. Aunque no viajé con la misma intensidad que algunos conocidos, que viajaban semana tras semana durante meses, los cuatro viajes que tuve que hacer en un mes fueron suficientes para desencantarme. De repente, me di cuenta de que mi tiempo se estaba escapando y eso no me gustaba.
El tiempo es nuestro recurso más valioso, es nuestra moneda y esta moneda no tiene políticas de devolución.
Seguramente has escuchado la frase "el tiempo es oro" mientras te apuran para realizar alguna actividad. Esta frase es atribuida al escritor y filósofo inglés del siglo XVI, Benjamin Franklin. Aparece por primera vez en un ensayo titulado "Advice to a Young Tradesman" (Consejos para un joven comerciante), publicado en 1748. Franklin escribió:
"Recuerda que el tiempo es dinero".
Con esta afirmación, Franklin destacaba la importancia de aprovechar y administrar el tiempo de manera eficiente.
Durante la Revolución Industrial, la frase adquirió aún más relevancia, especialmente con el crecimiento de la industrialización y el desarrollo del capitalismo. En ese período, el tiempo empezó a ser visto como un recurso escaso y valioso. La producción en masa y la eficiencia se convirtieron en elementos fundamentales. La frase "el tiempo es oro" se utilizó para enfatizar la necesidad de utilizar el tiempo de manera productiva y no desperdiciarlo. La rapidez en la producción se volvió crucial para el éxito empresarial.
Sin embargo, esta mentalidad llevó a la competencia global y al establecimiento de un estándar que obligaba a los empleados de todo el mundo a trabajar a marcha forzada, solo para cumplir con plazos y demandas de producción excesivas.
Un resultado de esta mentalidad es que en muchas vacantes laborales se requiere que los candidatos sean capaces de trabajar bajo presión y se glorifique la sobrecarga de trabajo hasta convertirse en una presión social.
En ocasiones, especialmente cuando navego en las redes sociales, no puedo evitar sentirme presionada al ver todo lo que hacen algunos de mis amigos con sus proyectos personales. La realidad es que no puedo seguir su ritmo. Siempre estoy cansada y, en ocasiones, incluso he experimentado ataques de ansiedad al estar observando el feed de mi instagram, aunque me cueste admitirlo.
Así que la próxima vez que sientas la necesidad de sobrecargarte de trabajo para alcanzar el éxito, recuerda este mantra escrito por Alicia Boyes en su artículo "Resistiendo la presión de trabajar en exceso":
"Siento ansiedad de que si no me adhiero a las suposiciones, voy a fracasar. Mi éxito es importante para mí, por lo que eso es aterrador. Pero voy a recordarme a mí misma cómo puedo hacer mi mejor trabajo a través de métodos que no implican trabajar en exceso".
Cambiar patrones de comportamiento es sumamente difícil, especialmente cuando nos han perseguido durante años, como por ejemplo, desde la Revolución Industrial. Te puedo ofrecer algunos consejos para establecer límites y poder invertir tu tiempo en lo que realmente importa. Por ejemplo, si un colega te envía un correo electrónico fuera del horario laboral y tú respondes, estás fomentando más trabajo en la noche. Así que evita responder en esos momentos, y tampoco lo hagas los fines de semana, a menos que seas un profesional de servicios de emergencia. Proteger tu tiempo es tu responsabilidad, así que cuídalo sabiamente.
Referencias:
Boyes, A. (2022, May 26). Resisting the Pressure to Overwork. Harvard Business Review. https://hbr.org/2022/05/resisting-the-pressure-to-overwork