El Lado Oscuro de la Oficina
Durante este mes de octubre, me he dedicado a ver las series de Netflix dirigidas por Mike Flanagan, quien es ampliamente reconocido por su filmografía centrada en el género del terror. La calidad de producción y las tramas son elementos que he disfrutado de manera constante mientras veo los episodios. Al mismo tiempo, me encuentro constantemente analizando cada una de las tomas.
Lo que más disfruto de una buena serie de terror es que son ficticias y me puedo desconectar de ellas con relativa facilidad. Por otro lado, a menos que vuelva a escuchar a Martha Higareda decir que los espejos son "portales" hacia otros mundos o que vea una película sobre exorcismos, en esos casos, es muy probable que no pueda dormir en las siguientes semanas.
Sin embargo, en la vida real, me ha pasado que me encuentro en situaciones que podrían clasificarse como historias de terror sin haberlo buscado y sin siquiera darme cuenta. Si estuviera en una producción de Flanagan, al menos tendría la certeza de que la fotografía de la escena es estética, pero en la vida real, no gozo de esos privilegios narrativos.
Mis experiencias de terror no involucran fantasmas ni eventos sobrenaturales. Más bien, se centran en recibir correos del trabajo un domingo por la tarde o un miércoles a media noche. Se tratan de ser convocada a reuniones sin previo aviso, recibir solicitudes de ayuda para diseños urgentes, o enfrentar situaciones que se convierten en pequeñas crisis o micro pesadillas a las diez de la mañana. Estas situaciones generan estrés, liberan cortisol y pueden resultar en dolores de cabeza, debilitando de manera gradual tanto nuestra salud mental como física.
Estas "historias de terror" son del tipo laboral y se pueden experimentar tal como las he vivido, o se pueden anticipar al revisar las ofertas de trabajo. Basta con seguir cuentas como la de Alma, la de rh (@la_de_rh) o @itdeterror, donde comparten estas historias que los empleados a menudo no se atreven a señalar por miedo a represalias. La última historia compartida por @la_de_rh se refiere a una compañía que se encarga de la logística de un evento deportivo de carreras, donde los empleados se ven forzados a trabajar en turnos de más de 15 horas, reciben apenas una comida al día y son víctimas de violencia psicológica por parte de sus supervisores. También se pueden encontrar ejemplos de cómo, incluso ante la inminente llegada de un desastre natural, la industria hotelera cuida a sus huéspedes, pero al mismo tiempo exige a sus empleados que realicen tareas de limpieza bajo las inclemencias del clima.
Estas historias reflejan situaciones reales en las que las organizaciones se niegan a otorgar liquidaciones completas a sus empleados, presentan requisitos inalcanzables o absurdos en sus ofertas de trabajo y lamentan la falta de compromiso o ganas de ponerse "la camiseta" de los empleados. Además, el subreddit de /lacamiseta es una fuente inagotable de historias de terror laborales. En ese espacio, se encuentran casos de empresas que no ofrecen contratos o un adecuado entrenamiento en sus labores.
Hay historias de terror que quedan arraigadas en nuestro subconsciente y que perduran en nuestra memoria, en mi caso, a menudo más por los sentimientos que por los hechos reales. Cuando era niña, recuerdo haberme despertado en mitad de la noche aterrorizada por algo, solo para olvidarlo al día siguiente. Pero ahora, como adulta, esos momentos de angustia y terror se viven despiertos y sus desenlaces no se resuelven al despertar. Estos sentimientos pueden perdurar y causar angustia a largo plazo. Por fortuna, gracias a las plataformas y comunidades digitales, así como a la expresión de las personas que participan en ellas, no enfrentamos estas pesadillas individualmente. Las afrontamos de manera colectiva, creamos redes de apoyo, y nos ayudamos entre nosotros porque solo de esta forma nos podemos enfrentar a los monstruos del mundo de los despiertos.
Eso y con la ayuda de los organismos adecuados para reportar injusticias laborales.
