Lecciones de Liderazgo: Ted Lasso vs. Michael Scott

En el mundo del liderazgo, hay tantos estilos como líderes. Algunos lideran con el corazón, mientras que otros lo hacen de manera más despreocupada o caótica. Pensemos en dos personajes icónicos: Ted Lasso, el optimista e inspirador entrenador de fútbol, y Michael Scott, el excéntrico y a menudo desastroso gerente de ventas en The Office. Ambos lideran equipos, pero sus enfoques no podrían ser más distintos.

Imaginemos a Ted Lasso, siempre positivo y motivador, reflexionando sobre los errores de su equipo. Ted sabe que hay cosas que no puede controlar: las decisiones de sus jugadores en el campo, los errores que cometen en momentos cruciales, o incluso su nivel de confianza. Sin embargo, Ted entiende que su papel no es controlarlo todo, sino guiarlos, darles las herramientas para mejorar y, cuando inevitablemente ocurren errores, recordarles que esos tropiezos son parte del crecimiento.

Por otro lado, imaginemos a Michael Scott en su oficina de Scranton, enfrentándose a los errores de su equipo de una forma completamente distinta. Michael tiende a involucrarse en cada pequeño detalle, a veces incluso perdiendo de vista el panorama general por querer resolverlo todo él mismo. En la serie, vemos cómo su necesidad de aprobación y su incapacidad para manejar los errores de su equipo con perspectiva lo llevan a tomar decisiones desastrosas. Ahora, imaginemos que una storyline alternativa en The Office hubiera mostrado que Michael fue despedido precisamente por involucrarse demasiado, por tomar la responsabilidad de los errores ajenos y no dejar que su equipo aprendiera por sí mismo. ¿No sería algo plausible para su personaje?

Y entonces nos encontramos con una pregunta interesante: ¿qué estilo es más efectivo? ¿El de Ted, quien sabe que no puede controlarlo todo, o el de Michael, quien siente que si su equipo falla, él también lo hace? Ambos líderes enfrentan el mismo dilema: dónde trazar la línea entre guiar y asumir la responsabilidad de los errores de los demás.

Ahora imaginemos que probablemente Ted haya cometido errores que no vimos en su serie. Tal vez, en algún momento, optó por evadir una conversación difícil con uno de sus jugadores. Quizás sabía que alguien no estaba alcanzando su potencial, pero en lugar de enfrentarlo, decidió esquivar la situación, dejando que se acumulen frustraciones y malentendidos. Un error común en el liderazgo, ¿no? Evadir los momentos incómodos puede ser más fácil en el corto plazo, pero a largo plazo genera una desconexión entre el líder y su equipo.

Por el contrario, Michael Scott, aunque con buenas intenciones, cometió errores desde el lado opuesto: querer intervenir en todo. Su necesidad de aprobación lo hacía incapaz de dejar que su equipo cometiera errores por su cuenta. Imaginemos cómo habría sido si Michael hubiera tenido la oportunidad de aprender que los errores de su equipo no lo definen a él como líder. Quizá un consejo valioso para él habría sido: "Es tu trabajo guiarlos, darles las herramientas necesarias, pero los errores son de ellos, no tuyos".

Así que ahora la pregunta es: ¿te has sentido más como Ted, confiando en que tu equipo aprenderá de sus errores, pero tal vez evitando algunas conversaciones difíciles? ¿O te has sentido más como Michael, intentando tomar las riendas de todo, solo para acabar abrumado por los errores ajenos que no puedes controlar?

El liderazgo, al final, es un balance delicado entre guiar y delegar. No se trata de evitar los errores, sino de cómo permitimos que los demás enfrenten las consecuencias y crezcan a partir de ellas. Ambos enfoques, el de Ted y el de Michael, nos muestran que, aunque tengamos estilos distintos, siempre hay espacio para aprender y mejorar.

¿Qué estilo resuena más contigo? ¿Has vivido alguna situación en la que los errores de tu equipo te pesaron como si fueran tuyos?