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SE REFIERE A REALIZAR ACTIVIDADES CON EL MÍNIMO ESFUERZO, SE REFIERE A PREGUNTARSE DOS VECES EL PORQUÉ DE LAS COSAS Y SE REFIERE A LA ACEPTACIÓN DE LO QUE SOMOS.

El Burnout en los activistas: entre la Vocación y el Desgaste

El Burnout en los activistas: entre la Vocación y el Desgaste

Crecí rodeada de personas cuyo compromiso con el bienestar comunitario es tan profundo que, para ellos, el trabajo es más que una profesión: es un llamado. Mi vida ha estado marcada por el contacto cercano con voluntarios y trabajadores del gobierno que, a través de programas de desarrollo social, buscan mejorar las vidas de otros. Desde las zonas urbanas del estado hasta lugares tan remotos como la Sierra Tarahumara, El Salvador o África, he visto cómo su esfuerzo trasciende las barreras del tiempo y el espacio.

Este compromiso, sin embargo, viene con un costo alto: el burnout. Muchos de estos profesionales trabajan más de 8 horas al día, fines de semana incluidos, porque su misión va más allá de una jornada laboral. Hay algo inspirador y casi heroico en su entrega, pero también me pregunto: ¿hasta qué punto se recompensa este sacrificio? ¿Cuándo es que el cuerpo y la mente exigen el descanso que se les ha negado por tanto tiempo?

El agotamiento físico y emocional en este tipo de profesiones no es solo una posibilidad, sino una realidad. Según un estudio de la American Journal of Community Psychology, los trabajadores sociales y activistas son especialmente propensos al burnout debido a la alta carga emocional que implica enfrentar continuamente problemas de injusticia, desigualdad y pobreza. Es común que sientan una profunda responsabilidad por el bienestar de los demás, lo que genera un conflicto interno entre sus límites personales y las necesidades de las comunidades que atienden.

En este contexto, mucho se habla de la importancia de encontrar un propósito en la vida. Sin embargo, para algunos, el camino hacia descubrir para qué somos buenos o cuál es nuestro propósito puede tomar años, incluso décadas. Y eso está bien. Pero ¿por qué no comenzar desde la convicción? La escritora Susan Cain, autora de Quiet, lo expresó de manera poderosa:

"No hay nadie más valeroso que la persona que habla o actúa impulsada por el valor de sus convicciones".

Al final, tal vez no se trata de tener todo resuelto o de encontrar un propósito grandioso desde el principio, sino de actuar desde nuestras creencias más profundas. Eso, en sí mismo, puede ser un propósito.

He visto a mis hermanos dedicar parte de su vida al voluntariado, a veces en condiciones extremadamente difíciles, tanto física como emocionalmente. Incluso yo, que solo viví esta experiencia de manera breve, aprendí a valorar lo que tengo y a reconocer mi privilegio. A menudo me pregunto cómo es que tantos logran mantener este ritmo de vida sin romperse en el camino.

Quizá mi rol en este ecosistema no sea el de estar en el campo, pero sí el de ser una voz incómoda, recordando que no todo se trata de productividad y rendimiento. El activismo, como muchas otras áreas, ha sido infiltrado por la cultura del ajetreo. Esa idea de que, para tener éxito, debemos dar todo de nosotros sin descanso. Y aunque es cierto que el cambio social requiere sacrificio, me pregunto si no estamos dejando de lado algo esencial: nuestra propia humanidad.

Los datos muestran que el burnout en profesionales del sector público y social es un problema real. En un estudio de The New York Times, se mencionó que, en promedio, los empleados del gobierno y las organizaciones sin fines de lucro trabajan un 12% más que el promedio nacional, lo que se traduce en menos tiempo de descanso y mayor desgaste. La falta de recursos y apoyo emocional en muchas organizaciones solo exacerba el problema.

Como alguien que ha vivido rodeada de este tipo de personas, mi misión es invitar a la reflexión: ¿realmente vale la pena sacrificar nuestra salud mental y física en nombre del progreso social? ¿No deberíamos encontrar un equilibrio que nos permita seguir ayudando sin perder de vista nuestra propia estabilidad? Recordarnos que no todo se trata de alcanzar metas o ser productivos, sino de conectar con nuestra comunidad y, a la vez, cuidarnos a nosotros mismos.

Al final, creo que la vida nos da unas por otras. Y si bien es cierto que ayudar a otros nos llena de satisfacción, también debemos ser conscientes de que este compromiso no debe ser sinónimo de agotamiento. El progreso social no puede venir a costa de nuestra salud. Tal vez no todos tenemos el "gran" propósito claro, pero actuar desde nuestras convicciones es un primer paso. Como dice Susan Cain, no hay mayor valentía que aquella que nace de lo que creemos profundamente.

Resistir, Insistir, Persistir = R.I.P.

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