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SE REFIERE A REALIZAR ACTIVIDADES CON EL MÍNIMO ESFUERZO, SE REFIERE A PREGUNTARSE DOS VECES EL PORQUÉ DE LAS COSAS Y SE REFIERE A LA ACEPTACIÓN DE LO QUE SOMOS.

El precio de la productividad

El precio de la productividad

En el primer episodio de la segunda temporada de mi podcast de bajo mantenimiento “La Sociedad del Cansancio” finalmente pude platicar con alguien a quien respeto, aprecio y busco constantemente su consejo, mi cuñado Rodrigo García.

No me sorprendió que contestara mi primer pregunta de forma disruptiva a lo que la experiencia me había enseñado hasta el momento. Usualmente comienzo preguntándole a mi persona invitada, ¿Qué es lo que te tiene cansada el día de hoy?, por lo general mis amistades me platican qué es lo que les agobia, le estresa e incluso hasta se vuelve un momento en el que se dan cuenta que no habían descansado hasta ese momento. Rodrigo vino a “arruinarme” el flow al decirme: “Pues no, no me siento tan cansado”. El episodio inmediatamente terminó.

No no es cierto, la conversación continuó porque yo soy buena para sacarle plática a los demás.

Yo tengo esta regla auto-impuesta en la que, si una semana no tengo tema por publicar, no me voy a presionar a producir solo por el hecho de producir, no es obligación siempre participar, ni tampoco compartir absolutamente todo lo que me sucede.

Hasta el momento siempre he tenido tema, y en esa ocasión fue motivado por mi hermana Gabriela Aranda, donde me dijo que después de escuchar el episodio que tuve con su compañero de vida, lo particular que es la idea de pensar en la productividad vs. la utilidad. Si bien no son conceptos que compiten, si están relacionados y cada uno puede sostener al otro en un ciclo continuo.

No sé si te pasa como a mi, pero por lo general el primer impulso que tengo cuando se acerca el fin de semana, es pensar en todas las cosas que quiero hacer, similar a cuando sé que tengo que utilizar mis días de vacaciones, siento la necesidad latente de planear actividades durante esos días. Sin embargo con el tiempo he aprendido que esta bien no hacer nada, esta bien no estar haciendo una actividad, esta bien no ser productiva, hace unos días le platica a una buena amiga en el trabajo, que me pedí unos días de vacaciones sin tener exactamente un viaje planeando o alguna actividad en particular, simplemente los pedí, probablemente me quede en la ciudad, probablemente me compre un videojuego para disfrutar o probablemente me levante tarde todos los días, la realidad es que las posibilidades son infinitas y no sé qué voy a hacer esos días, pero me emociona pensar que en mi futuro cercano me puedo dedicar un tiempo para mí.

Muy diferente a Rodrigo quien yo sé que prefiere hacer y agendar actividades en su tiempo libre, y eso es satisfactorio para el, así lucen sus momentos felices, lo principal de todo esto es el enfoque intencionado que le dedicamos a las actividades que realizamos y no permitir que eso enfoque nos sea arrebatado por terceros, o factores externos como las bonitas comunidades en redes sociales donde se publica todo los días el montón de actividades maravillosas que hacen los demás y me hacen al menos cuestionarme a mí si estoy haciendo lo suficiente.

Es muy liberador darse cuenta que hay una sociedad allá afuera que premia la cultura de personalidad sobre la del comportamiento, porque puedes tomar una decisión en cual participar de forma intencional.

Un artículo de mi fuente favorita, el HBR, titulado “El Alto Costo de la Eficiencia” escrito por Roger L. Martin, aborda la creciente obsesión por la eficiencia en la gestión empresarial y cómo esta búsqueda desenfrenada de eficiencia puede tener efectos negativos. Destaca que la eficiencia extrema puede generar desigualdad en la distribución de recompensas económicas, lo que a su vez puede provocar inestabilidad social y económica a largo plazo. A medida que las empresas se vuelven más eficientes, algunas de ellas ganan una ventaja competitiva significativa sobre otras. Esta ventaja puede conducir a una monopolización de poder y recursos en un número reducido de empresas y personas, lo que a su vez intensifica la desigualdad en la distribución de la riqueza y los beneficios económicos.

Como en las historias de futuros distópicos, piensa en “The Hunger Games” y cómo los distritos 1 y 2 concentraban la mayoría de las riquezas lo cual les permitía entrenar a los mejores tributos para competir, a diferencia del distrito 12 cuyas condiciones precarias convertían a sus tributos en los más débiles para competir. Y el sistema así funcionaba hasta que llegó Katniss Everdeen, cuya resiliencia y capacidad de adaptarse a la adversidad pudo distinguir áreas de oportunidad para ella que se relacionaran con su experiencia. Y precisamente, Martin argumenta que, en lugar de centrarse únicamente en la eficiencia, las empresas deberían prestar más atención a la resiliencia como una fuente de ventaja competitiva. Propone limitar la escala de las empresas, fomentar el capital a largo plazo y crear empleos y condiciones laborales de calidad como formas de contrarrestar los efectos negativos de la búsqueda desmedida de eficiencia.

Hay instancias en las que la productividad puede convertirse en una adicción, afectando la salud mental y las relaciones personales de quienes la experimentan en extremo, la Dra. Sandra Chapman, quien es la Directora Principal del Centro para la Salud Cerebral en la Universidad de Texas en Dallas señala que la adicción a la productividad puede ser tan perjudicial como otras adicciones más reconocidas, como las drogas, el juego, la comida o las compras. Explica que las personas pueden volverse adictas a la productividad debido al reconocimiento que reciben por su trabajo o por los aumentos salariales que obtienen, entre otras razones.

“El problema es que, al igual que todas las adicciones, con el tiempo una persona necesita más y más para sentirse satisfecha y luego comienza a trabajar en tu contra.”

Además, la Dra. Chapman advierte sobre los síntomas de abstinencia que pueden experimentar las personas adictas a la productividad cuando no pueden cumplir con sus expectativas o realizar sus tareas de manera eficiente. Estos síntomas incluyen aumento de la ansiedad, depresión y miedo, lo que puede tener graves consecuencias para la salud mental y el bienestar general de la persona afectada y su entorno.

No podemos ir por la vida queriendo más y más, no es sostenible a largo plazo, no somos unas máquinas e incluso si lo fuéramos, no estamos absueltos de no presentar fallas en el camino, al final del día qué vas a preferir, ¿generar contenido de tráfico o de valor? ¿Ser una persona productiva o ser una persona útil en tu profesión? ¿Producir por el simple hecho de producir o darte una pausa para dejar madurar tus ideas y encontrar en el camino tu única voz?

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Referencias:

Martin, R. L. (2021, June 9). Our Obsession with Efficiency Is Destroying Our Resilience. Harvard Business Review. https://hbr.org/2019/01/the-high-price-of-efficiency

Mudditt, J. (2022, February 28). When productivity becomes an addiction. https://www.bbc.com. https://www.bbc.com/worklife/article/20200807-when-productivity-becomes-an-addiction

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