Ayer, 28 de diciembre, celebré el cumpleaños de mi cuñado, ese hermano que la vida me regaló, mentor y amigo. Pero también coincide con el Día de los Inocentes, esa fecha que según la tradición católica conmemora la matanza ordenada por Herodes y que, mezclada con festividades paganas medievales, se transformó en un día de bromas y engaños juguetones.

Pero, ¿siguen siendo tan juguetones estos engaños?

Recuerdo cuando esperaba con emoción leer "El Norteado", la versión cómica del periódico El Norte, sabiendo exactamente que todo era parte de la broma del día. Había una complicidad, un guiño compartido. Hoy, sin embargo, las imágenes generadas por IA que circulan todo el año, no solo el 28 de diciembre, han desdibujado esa línea entre lo real y lo falso. La estética que antes nos ayudaba a distinguir la realidad ahora nos confunde. Y esto sucede sin que nadie celebre nada.

Un artículo reciente de Chequeado revela cómo el contenido falso generado por IA se recicla constantemente, terminando por circular como fuente confiable. Es un ciclo perverso: la desinformación se replica, se perfecciona, y eventualmente contamina incluso nuestro sentido de lo correcto. ¿Te ha pasado que ves una palabra mal escrita tantas veces en redes que cuando te toca escribirla correctamente dudas por unos segundos? A mí sí. Y creo que eso mismo está pasando con nuestra percepción de la verdad.

Quería tener un cierre con propósito, terminar este último artículo del año en una nota positiva, y la encontré en las conversaciones que compartimos en mi evento "Cerrando el Changarro" de la comunidad Mavericks. Ahí escuché a tres mujeres extraordinarias que, cada una desde su trinchera, están construyendo futuros más humanos:

Martha Castro nos habló de Web 3 no solo como tecnología descentralizada, sino como una oportunidad de recuperar la propiedad de nuestros datos y nuestra narrativa. Su proyecto Pink Wave Studios busca humanizar la tecnología a través de educación accesible y comunidades donde todos nos sintamos representados.

Blanca Flores redefinió la resiliencia desde su experiencia liderando Expedition FEMSA. No se trata de resistir el estrés, sino de adaptarse constantemente, aprender rápido y mantener un propósito compartido que trascienda los egos y los títulos.

Bty Martínez nos retó con la "teoría del milímetro": pequeños cambios progresivos que nos permiten recablear nuestros cerebros y evitar que el éxito pasado se convierta en una incapacidad educada que nos impida innovar.

Mientras la IA nos sigue desafiando a distinguir lo real de lo falso, estas conversaciones me recuerdan que el antídoto no está solo en mejores algoritmos de detección, sino en construir comunidades más conscientes, liderazgos más humanos y pequeños cambios diarios que nos mantengan conectados con lo que realmente importa.

Quizás el Día de los Inocentes de hoy nos invite a una nueva clase de inocencia: no la de quien se deja engañar, sino la de quien elige creer que aún podemos construir algo mejor.