¿Cómo sobrevivir una reestructuración en tu trabajo?
En el mundo laboral, a veces nos enfrentamos a cambios inesperados que sacuden por completo la estructura de un equipo. De repente, las personas con las que trabajabas ya no están, las dinámicas cambian y te encuentras en una situación en la que debes tomar decisiones rápidas y firmes. He pasado por esa experiencia, y es algo que te transforma.
En 2019-2020, el equipo de diseño en el que trabajaba enfrentó una reestructuración drástica. Despidieron a los líderes del equipo y, poco a poco, el resto de los integrantes decidió salir voluntariamente. De un grupo de 12 personas, quedamos solo 3. De la noche a la mañana, entraron 4 personas nuevas, y por fortuna, el equipo ha crecido desde entonces. Sin embargo, el impacto de esa transformación fue profundo.
Una de las decisiones más importantes que surgió durante esa etapa fue designar nuevos líderes para el equipo, y yo fui una de las personas elegidas. Siendo honesta, nunca pensé que el camino para llegar a una posición de liderazgo sería este. Siempre imaginé que este tipo de roles se obtenían a base de méritos, de forjarse un camino por tu cuenta o moviéndote hacia nuevas oportunidades laborales, viendo para atrás, alcanzo a ver que yo tenía una visión muy sesgada y me atrevo a decir “romantizada” de lo que yo defino como el concepto de liderazgo. Sin embargo, cuando me ofrecieron el puesto, mi primera reacción fue de sorpresa e incluso algo de indignación. Pensé: "¿Quién más tiene la experiencia para liderar este equipo?". Era obvio para mí, pero aun así, acepté el reto.
Después de reflexionar, me di cuenta de que si yo no ocupaba ese puesto, alguien más lo iba a hacer, y eso me hubiera puesto de muy mal humor. No solo porque sabía que tenía la experiencia y las habilidades para hacerlo, sino porque habría sentido que dejaba pasar una oportunidad importante de tomar las riendas en un momento crítico. Fue entonces cuando entendí que debía dar el paso, a pesar de mi propia inseguridad.
Después de aceptar, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí. Había estado mucho tiempo trabajando como contribuidora individual, y el salto a una posición de liderazgo no era algo que había anticipado. Sin embargo, pronto me di cuenta de que todas las relaciones que había construido y el aprendizaje acumulado en los años anteriores me estaban preparando para este momento, aunque yo no lo viera de inmediato. Pude empezar a visualizar otros objetivos para el equipo y encontrar un rumbo más claro.
El sentimiento de incertidumbre durante esos meses no es algo que desearía para nadie. Aun así, una de las lecciones más importantes que aprendí es que, en lugar de precipitarte a tomar decisiones por la presión social o el miedo, a veces lo mejor es aguantar un poco más, tomar las cosas un día a la vez y recordar que la cancha la haces tú, no la audiencia que te observa.
Recientemente, una amiga cercana está pasando por una situación similar a la mía, y le ofrecí escucharla. No tengo una fórmula mágica para enfrentar la volatilidad, la incertidumbre o la complejidad de estos entornos, pero lo que funcionó para mí fue enfocarme en las tareas diarias, seguir cultivando relaciones y crear una plataforma para visibilizar lo que mi equipo hacía. Al final del día, lo que estaba haciendo era un ejercicio de posicionamiento, y hasta ahora ha dado buenos resultados.
Los cambios drásticos en el trabajo pueden ser devastadores y llenos de incertidumbre, pero también pueden abrir puertas que jamás imaginamos. La clave está en encontrar el equilibrio entre adaptarse, ser paciente y saber cuándo es el momento adecuado para tomar la iniciativa. Si estás viviendo algo similar, recuerda que no tienes que tener todas las respuestas desde el principio. Toma un día a la vez, confía en tu proceso y sigue construyendo tus relaciones y habilidades. Y, si en algún momento decides que ya no es el lugar para ti, está bien salir. Lo más importante es que, sea cual sea el camino que elijas, lo hagas a tu ritmo y bajo tus propios términos.