Las comunidades sostienen
Esta semana cerré el 6to evento de Mavericks Godínez. Lo llamé "Cerrando el Changarro" porque, bueno, ya sabes cómo es diciembre: todos corriendo para terminar el año, cerrar metas, cumplir pendientes. Y justo en medio de ese caos colectivo, nos reunimos para hablar de algo que pocas veces se dice en voz alta: que no podemos con todo. Y que no deberíamos poder.
Entre las speakers increíbles que me acompañaron, quiero hablarte hoy de Martha Castro. Estratega digital, fundadora de PinkWave Studios, alguien que ha trabajado en proyectos de Web3 y gaming a nivel global. Pero más importante que su currículum es lo que compartió con nosotros: "Las comunidades sostienen a las personas y las personas sostienen a la tecnología".
Esa primera parte me pegó duro. Las comunidades sostienen a las personas.
Y me puse a pensar en todo lo que escuchamos sobre diseño centrado en el usuario, Human Centered Design, la obsesión corporativa por "poner al usuario en el centro". Pero... ¿cuándo fue la última vez que escuchaste hablar de diseño centrado en la comunidad? ¿En el colectivo? Casi nunca, ¿verdad?
Llevamos décadas diseñando para el "yo". Para el usuario individual. Para tu experiencia, tu journey, tus necesidades. Y no me malinterpretes, entender las necesidades individuales es importante. Pero en algún momento nos tragamos completa la narrativa de que todo se resuelve persona por persona, problema por problema, individuo por individuo.
El diseño centrado en humanos se enfoca en la experiencia personal. El diseño centrado en comunidad considera el comportamiento colectivo, los valores compartidos, las redes de apoyo. Y la diferencia no es solo semántica. Es fundamental. Porque aquí está el detalle: tú no existes en el vacío. Yo no existo en el vacío. Ninguno de nosotros lo hace. Vivimos en redes, en ecosistemas, en comunidades —formales o informales, conscientes o no. Y sin embargo, seguimos diseñando soluciones como si cada quien fuera una isla.
Piensa en esto: ¿cuántas veces has podido sobrevivir una semana de mierda en el trabajo porque tus compañeros te cubrieron? ¿Cuántas veces un mensaje en el chat grupal de amigas te salvó de una crisis existencial a las 2 am? ¿Cuántas veces encontraste la respuesta que necesitabas no en Google, sino en alguien que ya había pasado por lo mismo?
La comunidad es la infraestructura invisible que nos sostiene. No está en los organigramas, no aparece en las estrategias de negocio, no se mide en los KPIs. Pero está ahí. Siempre. Y cuando esa infraestructura falla, cuando trabajamos en lugares donde nadie se habla realmente, donde cada quien va por su cuenta, donde no hay espacios de conexión genuina, todo se empieza a caer. Incluida nuestra salud mental.
Hablemos del elefante en la sala: el burnout. Durante años nos han vendido el cuento de que el burnout es un problema tuyo. Que si estás quemado es porque no sabes manejar el estrés. Que necesitas meditar más, hacer yoga, poner límites, aprender a decir que no. Como si el agotamiento crónico fuera un defecto de carácter y no una respuesta lógica a sistemas disfuncionales.
Pero la ciencia ya lo confirmó: las intervenciones enfocadas solo en individuos son mucho menos efectivas que las soluciones sistémicas a nivel organizacional. El burnout no es un problema de personas débiles. Es un problema de estructuras tóxicas. Y aquí está lo interesante: el burnout necesita replantearse. No como un problema individual que cada quien debe resolver en terapia o con aplicaciones de mindfulness. Sino como una oportunidad organizacional. Una señal de alerta de que algo en el sistema colectivo no está funcionando.
¿Sabes qué combate el burnout de verdad? No el yoga corporativo ni las frutas en la oficina. Lo que funciona son espacios laborales empáticos donde la carga se distribuye. Culturas donde pedir ayuda no es sinónimo de debilidad. Comunidades (dentro y fuera del trabajo) donde puedes ser honesto sobre tus límites sin miedo a ser juzgado.
Una amiga describió a Mavericks Godínez como "un grupo de apoyo". Y me encantó esa definición porque es exactamente lo que es, aunque yo nunca lo planeé así. Cuando empecé con estos eventos, la idea era simple: crear un espacio donde jugadores de la cancha, no coaches, no gurús, no vendedores de humo, vinieran a compartir cómo le hacen para no morir en el intento. Cómo gestionan el estrés, cuáles son sus procesos reales, qué les ha funcionado y qué no.
He tenido la fortuna de contar con speakers increíbles: gente con TEDx, directores universitarios, altos mandos de empresas, doctoras, artistas, comediantes. Pero lo más valioso no ha sido el currículum de nadie. Ha sido lo que pasa después de cada plática. La gente se queda. Hablan entre ellos. Intercambian contactos. Se reconocen en las historias del otro. Se dan cuenta de que no están solos en esto. Y eso, esa conexión, ese "a mí también me pasa", es más poderoso que cualquier estrategia de productividad o tip de balance.
Porque resulta que cuando diseñas para el colectivo (aunque sea sin querer) estás construyendo algo más sostenible que cualquier solución individual. Estás creando una red que atrapa a la gente cuando cae. Y todos caemos, eventualmente.
Así que aquí está mi cierre: si sientes que estás al límite, que no puedes más, que el burnout ya te alcanzó o está a punto de hacerlo, la respuesta no es "échale más ganas a tu rutina de autocuidado". La respuesta es buscar comunidad. O crearla.
Puede ser un grupo formal como Mavericks. Puede ser tu círculo de amigos que también trabajan y entienden. Puede ser esa compañera de trabajo con la que te sinceras en el café. Puede ser un espacio en línea donde la gente comparte sin filtros. Puede ser lo que necesites que sea. Pero necesita ser colectivo.
Porque el sistema centrado en el individuo nos falló. Nos vendió la idea de que podíamos con todo solos, de que pedir ayuda era fracasar, de que la comunidad era opcional. Y no lo es.
Las comunidades sostienen a las personas. Martha lo dijo. Y yo lo he visto en cada evento de Mavericks. Lo he vivido en mi propio proceso de aprender a no dar el cien. Lo he confirmado cada vez que alguien me escribe para decir "pensé que era la única que sentía esto".
No estás sola. No estás solo. Y no tienes que resolverlo todo en solitario.
Ese es el verdadero diseño centrado en lo humano: el que entiende que ser humano es, inevitablemente, ser parte de algo más grande.




