El cansancio que nadie cuenta
El otro día en clase, estaba platicando con un amigo de la maestría. Estoy así 🤏 de terminar esta aventura que ahorita me está permitiendo poner a prueba mi propuesta de tesina con la ayuda y de la mano del medio de comunicación Verificado.
Nuestra plática se puso buena. Le compartí del evento que organicé de Mavericks (del cual te estaré platicando muy pronto) y él, por su parte, me compartió sobre un evento que organizó la empresa donde trabaja para sus empleados... en sábado.
Cuando dijo "sábado", en mí se despertó una red flag.
Pero yo escuchaba sin juzgar desde antes de que se pusiera de moda. Mi sorpresa fue muy grata porque me platicó que el evento era un concurso de talentos con figuras públicas regiomontanas en un auditorio profesional. Pensé: "A este tipo de eventos de la empresa claro que voy". Porque he ido a algunos donde nos llevan al bosque a estar encerrados en un salón escuchando una plática mientras la naturaleza nos espera del otro lado.
Nuestra plática me llevó a compartirle justo sobre cómo NO hacer un evento de empresa que requiera del empleado estar en fin de semana, del poco tiempo que a veces nos deja la vida para nosotros y de los sacrificios que hay que hacer por un mejor porvenir.
Inevitablemente terminamos hablando del burnout. Irónicamente, me parece que la palabra en sí misma ya está quemada. Pero en esta ocasión me dije: quiero platicar de lo que no se platica normalmente.
Ese burnout que NO se resuelve con salir de vacaciones porque a veces ni alcanza para eso. Que se pudiera resolver con terapia, pero a veces tampoco alcanza para eso. Me parece que por lo general solo se toca la punta del iceberg del problema.
A veces el agotamiento viene como resultado de creencias irracionales que nos instalan desde pequeñas y pequeños: que no nos podemos equivocar, que es horrible caerle mal o decepcionar a los demás, que si trabajamos duro alcanzamos todas nuestras metas. Cuando la realidad del privilegio es implacable.
Algunos ya empezamos la carrera con cierto kilometraje, otros no han podido avanzar y otros llevan mucha distancia. Pero eso no quiere decir que un reto invalide a otros. No se deben juzgar los struggles de los demás. Tal vez ya no se alcanza lo que deseas con solo trabajo y méritos.
No se puede hablar de burnout sin considerar las condiciones sociales: hombre, mujer, cómo te identificas o no. No solo se trata de tener mucho trabajo en el trabajo, sino también de la carga invisible: el trabajo en tu casa, la carga mental constante, el transporte para llegar al trabajo y regresar, si eres soltera, soltero, padre, madre, cuidador, si tienes una neurodivergencia y percibes el mundo más ruidoso, más brillante, más estimulante.
Y los factores que nadie cuenta: si tu perrito está enfermo, si tienes un jefe que no confía en ti y te hace micromanagement, si no te alcanza para una casa ni para el retiro, si una persona de la tercera edad te dice que "nadie quiere trabajar" cuando sabes que tus condiciones y las de esa persona no son las mismas.
Lo que ella considera "trabajo duro" es un camino de oportunidades que, si bien las alcanzó (y no demerito eso), son oportunidades que otra persona con otra familia tal vez no hubiera tenido. Uff, eso me pasó a mí.
Me acordé de un diálogo en la serie Atlanta donde el personaje principal responde a alguien que le pregunta por qué no ahorra dinero, y él dice algo como que es imposible ahorrar en esta economía. Esa línea me pegó porque resume perfectamente lo que muchos vivimos: la realidad de que los consejos de "administración financiera" asumen un nivel de ingresos y estabilidad que simplemente no existe para todos.
Esta cancha no está en condiciones para jugarse porque los jugadores se pueden lastimar. O si está en las mejores condiciones, tu director técnico no te pone en la cancha por un prejuicio.
El burnout real es sistémico. Es estructural. Es mucho más que "necesitas vacaciones" o "ve al psicólogo". Es reconocer que estamos jugando un juego con reglas desiguales, donde algunos tienen ventajas que otros nunca tendrán, y donde el cansancio no es solo individual sino colectivo.
Tal vez sea hora de hablar del burnout como lo que realmente es: el síntoma de un sistema que nos está fallando a todos, solo que a algunos más que a otros.
Y si bien no tengo una solución, incluso no sé si exista la solución, sé que es poderoso señalar todo lo que realmente impacta. Porque tal vez el primer paso no sea resolver, sino reconocer la complejidad real del problema.
Sabemos tal vez que el juego o este sistema no es alentador, pero nosotros elegimos cómo jugar, y me parece que eso se nos olvida. No estoy hablando de "actitud positiva" o de romantizar la lucha, sino de recordar que dentro de las circunstancias que no elegimos, sí hay decisiones que podemos tomar sobre cómo navegamos esto.
Y con todo esto que pensé, y a pesar de todo lo que queríamos profundizar, no nos alcanzó el tiempo para discutirlo. Irónico, ¿no? Hablar del burnout y no tener tiempo ni para eso.