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Sí existen los Michael Scott en la vida real

Sí existen los Michael Scott en la vida real

A menudo me pregunto a qué personaje de The Office me parezco más. Quisiera a veces ser cool como Jim, quien logra sus ventas casi sin esfuerzo y tiene esa capacidad envidiable de desconectarse completamente del trabajo al salir de la oficina. Sé que puedo ser cumplida como Dwight, ese gran vendedor obsesionado con el trabajo pero que nunca descuida su granja de betabeles porque también es importante para él. Pero a veces hago unas cosas tan bochornosas que me considero similar a Michael. Si la palabra "cringe" fuera una persona, sería Michael Scott con sus decisiones viscerales e infantiles, y a veces pienso que me parezco a Kevin, cuando hago operaciones simples como 2x5 en la calculadora porque confío mas en ella que en mi.

Y solo por recordar a Kevin Malone, en mi mente vive sin cobrar renta esa épica escena de cuando se le cae todo su chili por el suelo.

Durante años pensé que Michael Scott era una exageración cómica, un personaje tan absurdo que solo podía existir en la televisión. Pero resulta que la realidad puede superar la ficción, y el primo del hermano de un conocido me confirmó algo que no quería creer: hay managers que realmente actúan como Michael Scott.

Este conocido, de esas personas siempre puntuales, presentes y cumplidas en el trabajo, me contó sobre su manager. Un personaje que se desaparece por horas sin avisar, no entra a las juntas importantes, y cuando sí organiza reuniones, las programa literalmente en la última hora de la jornada laboral. No se entera de lo que sucede normalmente en su equipo y estamos sorprendidos de cómo alguien puede sostener esa vida profesional por tanto tiempo. Es como si Michael Scott hubiera salido de Dunder Mifflin y se hubiera materializado en oficinas reales, pero sin el encanto televisivo que lo hace tolerable.

En The Office, la relación entre Dwight y Michael funciona porque Dwight compensa la incompetencia de Michael con su dedicación obsesiva. Dwight anticipa problemas, tiene todo bajo control, se toma en serio las responsabilidades y está genuinamente comprometido con el trabajo. Michael, por el contraste, vive en una burbuja donde cree que todo está bajo control mientras toma decisiones impulsivas y evade responsabilidades reales.

Este conocido vive esa dinámica todos los días, pero sin las risas de fondo. Mientras él demuestra día a día que se puede ser responsable, cumplido y productivo, su manager con su comportamiento errático alimenta la desconfianza sistemática hacia todos los empleados. Lo más frustrante es cómo estos "Michaels" de la vida real se convierten en la excusa perfecta para políticas laborales innecesariamente restrictivas. Son la justificación para obligar a todos a estar en la oficina, porque "hay que supervisar" y "asegurar la productividad", cuando en realidad el problema no es el lugar de trabajo, sino la falta de compromiso personal de quien debería dar el ejemplo.

Todo esto me recordó a aquella vez mientras brindaba mi charla de "Nunca des el 100", donde un estudiante me hizo una pregunta que me aventó a un tobogán con muchas espirales: "¿Por qué si yo doy el 300% me va igual que la persona que no dio ni el 60%?" Fun fact: dicho estudiante lo vi dormitar en la sesión, lo cual me pareció algo irónico. Esa pregunta puede tener tantos escenarios y respuestas que en ese momento solo pude decirle algo alrededor de que no todos tenemos las mismas 24 horas para hacer las actividades que queremos. Le platiqué que, si bien a mí me gusta correr, seguido me pasaba que personas mayores o menores que yo me rebasaban. Tal vez ellos podían tener más tiempo para entrenar, mejores condiciones, eran corredores innatos, pero al menos lo único que podía hacer era enfocarme en mi carril y terminar esa carrera bien. Y resulta que esto no es solo una filosofía personal: la Teoría de la Equidad de Adams sugiere que los empleados comparan sus propios inputs y outputs (esfuerzo y recompensas) con los de otros, y cuando hay un desequilibrio percibido, actuarán para restaurar la equidad. Básicamente, es natural que sintamos esa frustración cuando percibimos que nuestro esfuerzo no se ve recompensado de la misma manera que el de otros y por eso es muy importante tanto para docentes, managers o figuras de autoridad que apliquen trato equitativo, no solo en términos de compensación, sino en la totalidad de la relación aportación-resultado, pues es crucial para mantener a los estudiantes, colaboradores y empleados satisfechos y motivados.

Por último quisiera hacer una una confesión: soy una persona muy rencorosa, y más por las situaciones que vivan personas cercanas a mí, es una característica que reconozco en mí y me rehuso a trabajar en ella porque apenas voy trabajando en otras, y pues una cosa a la vez.. Así que sí, me da coraje que existan personas así en posiciones de liderazgo. Me da coraje que alguien pueda ser tan desorganizado y aún así mantener su trabajo, mientras otros se esfuerzan el doble para compensar esa falta de estructura. ¿Es rencoroso pensarlo? Absolutamente. Pero también es una realidad laboral que muchos enfrentamos: el contraste entre quienes realmente se comprometen con su trabajo y quienes flotan por inercia, creando caos a su alrededor.

Este artículo/ensayo/bonito pensamiento, carece de una reflexión profunda si, pero hace lo que me gusta que es señalar e incomodar. La próxima vez que veas The Office y te rías de las locuras de Michael Scott, recuerda que en algún lugar del mundo real hay una versión de él dirigiendo un equipo, solo que sin el timing cómico y con consecuencias reales para quienes sí se toman el trabajo en serio.


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