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SE REFIERE A REALIZAR ACTIVIDADES CON EL MÍNIMO ESFUERZO, SE REFIERE A PREGUNTARSE DOS VECES EL PORQUÉ DE LAS COSAS Y SE REFIERE A LA ACEPTACIÓN DE LO QUE SOMOS.

Que la IA nos alcance a nosotros (y no al revés)

Que la IA nos alcance a nosotros (y no al revés)

La semana pasada estuve en dos eventos donde se ponía a la inteligencia artificial en un pedestal, como si fuera la respuesta mágica a todo. Y justo esos días, mi amigo imaginario (que casualmente trabaja en una empresa bastante conocida) me contó que un departamento completo desapareció, reemplazado por "alguna herramienta de IA".

No me gusta esta narrativa. No me gusta el "you better catch up" que se respira en el aire. No me gusta pedirle a la fuerza laboral que corra detrás de una tecnología que supuestamente "ahorra procesos", especialmente cuando le confiamos al 100% tareas que requieren responsabilidad humana. El trabajo, hoy por hoy, debe ser colectivo.

Y resulta que no soy la única que siente esto. Hay estudios recientes que están documentando exactamente cómo percibimos el contenido generado por IA, y los resultados son reveladores. Un estudio de la Universidad de Zaragoza titulado "Customer reactions to generative AI vs. real images in high-involvement and hedonic services" muestra algo que muchos ya intuíamos: la gente desconfía. No es solo una corazonada; cuando vemos imágenes generadas por IA en publicidad, nuestro cerebro detecta algo que no cuadra. Los investigadores lo llaman "falta de fluidez cognitiva", básicamente, nuestro cerebro tiene que trabajar más duro para procesar algo que siente falso, y eso genera rechazo.

Investigaciones publicadas en el International Journal of Advertising profundizan en este fenómeno. Los consumidores perciben a las empresas que usan imágenes de IA como menos profesionales, menos creíbles, hasta potencialmente engañosas. ¿Por qué? Porque hay una "barrera de imaginación", no podemos visualizar la experiencia real cuando lo que vemos no es auténtico. Y esto se amplifica cuando hablamos de servicios que dependen de la conexión emocional, de la experiencia sensorial, del placer. Irónicamente, en el afán de "ahorrar costos y acelerar procesos", las empresas terminan perdiendo algo mucho más valioso: la confianza.

Lo interesante es que mientras todo esto sucede en el mundo corporativo, hay ejemplos que nos muestran otro camino. Rosalía acaba de lanzar Lux, un álbum que le tomó tres años crear. Tres años. Aprendió a cantar ópera, le tomó un año solo para dominar una canción. Estudió 13 idiomas diferentes para cada track. Trabajó con traductores profesionales, fonetistas, la London Symphony Orchestra. No usó atajos. No delegó su voz a una máquina. No le pidió a una IA que "generara algo en el estilo de Rosalía".

El resultado es una obra que los críticos están llamando "arte verdaderamente atemporal" y "un proyecto que ninguna otra estrella pop podría haber hecho". ¿Por qué? Porque se siente humano. Porque cada nota, cada palabra en cada idioma, cada arreglo orquestal, lleva el peso del esfuerzo genuino. "La inmediatez de los ritmos de hoy no es el ritmo del alma", dijo ella en una entrevista. "Para crear de manera honesta, tienes que saber a qué ritmo vas".

Esta misma autenticidad se tradujo en victoria política hace poco. Zohran Mamdani acaba de ganar la primaria demócrata para alcalde de Nueva York con una campaña visual que todos están comentando. Su diseñador gráfico, Aneesh Bhoopathy, no contrató una IA para que "generara un logo político moderno". En su lugar, se inspiró en los letreros de las bodegas, en los taxis amarillos de Nueva York, en las tarjetas del metro, en los pósters vintage de Bollywood (un guiño a la herencia del sur de Asia de Mamdani). Tomó una fuente llamada Boheld, la modificó, experimentó, ajustó. Trabajó mano a mano con el candidato, quien era tan detallista que una vez quiso hacer material de campaña que pareciera boletos de lotería para explicar la importancia del censo.

El resultado fue una identidad visual tan distintiva y auténtica que la gente la reconoce instantáneamente. No es un template genérico. Es una expresión visual que habla de quién es Mamdani, de dónde viene, a quién representa. En un clima político tan caótico como el actual, ese diseño ayudó a lograr lo que muchos consideraban imposible: una victoria sorpresa. Porque la autenticidad se siente. La gente la reconoce, la valora, confía en ella.

Aquí está mi punto: No deberíamos estar corriendo desesperadamente para "alcanzar" a la IA. No deberíamos aceptar esta narrativa silenciosa y negativa que nos exige abandonar lo humano en nombre de la eficiencia. Los estudios lo confirman: cuando las empresas usan IA sin criterio, pierden credibilidad. Cuando los artistas toman atajos, pierden autenticidad. Cuando los políticos usan plantillas genéricas, pierden conexión.

El trabajo auténtico y colectivo es el ideal. El esfuerzo genuino es valioso. El tiempo que toma crear algo real no es tiempo desperdiciado. En lugar de que nosotros corramos detrás de la IA para satisfacer las exigencias de un sistema capitalista que enriquece a algunos mientras precariza a muchos, que la inteligencia artificial nos alcance a nosotros.

Que aprenda de nuestro ritmo. Que se adapte a las necesidades humanas reales. Que complemente nuestro trabajo sin reemplazar lo irreemplazable: la creatividad genuina, la conexión auténtica, el esfuerzo colectivo. Porque al final del día, lo que recordamos, lo que valoramos, lo que realmente nos mueve, no es lo que se generó en segundos. Es lo que tomó años. Lo que llevó sudor, lágrimas, colaboración y, sobre todo, humanidad.

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