El vacío también estructura
"Métele más diseño."
Me lo dicen en medio de una colaboración, mirando la pantalla con ese gesto que ya reconozco: el pánico al espacio en blanco. La sensación de que si algo no está lleno, está incompleto. De que el silencio visual es oportunidad perdida.
Respiro. Sonrío. Y pienso en la diseñadora que fui hace años, en mis humildes inicios.
En los inicios, todos llenamos todo. Cada rincón tiene que gritar algo. Más tipografías, más colores, más elementos flotando sin razón aparente. No es valentía creativa, es miedo disfrazado de abundancia. Miedo a que si dejamos espacios vacíos, alguien piense que no trabajamos suficiente. Que no somos lo suficientemente creativos. Que no valemos la pena.
La saturación se vuelve refugio no porque no escuchemos, sino porque escuchamos demasiado bien. Cada nota del cliente se convierte en orden directa. Cada "me gustaría ver" se traduce en elemento agregado. Escuchamos sin cuestionar, sin colaborar activamente, sin poner sobre la mesa lo que sabemos como diseñadores. Asentimos y ejecutamos, cuando deberíamos estar proponiendo, estructurando, defendiendo el criterio que nos tomó años construir.
No recuerdo el momento exacto, pero sí recuerdo la sensación: de pronto entendí que el diseño no se trataba de cuánto podía meter, sino de qué tanto podía quitar sin que se cayera todo. Como un “jenga” donde retiras bloques hasta encontrar la estructura mínima que sostiene el edificio. Pero no fue solo un aprendizaje estético. Fue algo más profundo, casi visceral. Tenía que ver con estar entonada con el mundo, con dejar de forzar y empezar a observar. Con entender que mi punto de vista no emergía del exceso, sino del criterio.
Hace unos días asistí a un evento de Cuadrante. El speaker hablaba sobre creativos y burnout, y soltó una frase que se me quedó rebotando en la cabeza: "El vacío también estructura."
Todos asentimos como si entendiéramos, pero ¿realmente lo entendemos? Porque en la práctica, cuando nos enfrentamos a un proyecto, lo primero que hacemos es llenar. Llenar de referencias, de tendencias, de todo lo que hemos visto scrolleando a las 2 AM. Nos quemamos persiguiendo la originalidad como si fuera algo que se encuentra por acumulación. Más inspiración, más herramientas, más, más, más. Y entonces llega el burnout. No como sorpresa, sino como consecuencia lógica de haber eliminado todos los márgenes.
Aquí está el problema: confundimos el vacío con la nada. El espacio en blanco no es un error de diseño. Es una decisión. Es estructura invisible que sostiene todo lo demás. Como las pausas entre notas que crean la melodía. Como el silencio entre palabras que permite que lo dicho tenga peso.
En diseño, el espacio negativo define la forma positiva. En música, las pausas crean el ritmo. En escritura, los párrafos cortos dan respiro. Y en el proceso creativo, el "no hacer" es lo que le da forma al hacer. Cuando saturas, comunicas ruido. Cuando simplificas, comunicas señal.
Les digo a mis alumnos que lean las noticias. No para copiar lo que está pasando, sino para tener un marco de referencia. Para estar conectados con el mundo desde el cual crean. Pero ese marco necesita respirar. Necesita vacío. Porque la originalidad no se busca como quien busca llaves perdidas. La originalidad emerge del cruce entre lo que sabes (aprendizaje) + cómo habitas el mundo (tu sintonía) + lo que NO fuerzas (el vacío).
Solo cuando hay espacio puedes escuchar qué dice realmente el proyecto. Solo cuando dejas de llenar compulsivamente puedes ver la estructura que ya existe. Tu punto de vista no vive en el exceso, vive en los silencios que te atreves a dejar.
Hoy, cuando alguien me dice "métele más diseño", entiendo que lo que realmente me está diciendo es: "tengo miedo". Miedo a que no sea suficiente. Miedo a que el cliente no vea el trabajo. Miedo al vacío. Y mi respuesta ya no es llenar ese vacío con más elementos. Mi respuesta es señalarlo, nombrarlo, defenderlo. Porque ese espacio en blanco no está ahí por pereza o por falta de ideas. Está ahí porque estructura. Está ahí porque permite que lo importante respire. Está ahí porque confío en que menos, cuando está bien pensado, siempre comunica más.
El aprendizaje les dará herramientas. Las noticias les darán contexto. Pero el vacío les dará criterio. Aprende a reconocer cuándo estás llenando algo por miedo y cuándo estás estructurando con intención. La diferencia entre saturación y composición no es técnica, es confianza. Saber qué NO poner es tan creativo como saber qué poner.
Y cuando el burnout toque a tu puerta, pregúntate: ¿dónde están mis espacios en blanco? ¿Dónde están mis pausas? ¿Dónde está mi vacío que estructura? Porque tal vez el problema no sea que no están produciendo suficiente. Tal vez el problema es que no están dejando suficiente espacio para existir.
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“Cerrando el Changarro - 2da Edición”
Un espacio para pausar al final del año y revisar lo que este ciclo nos dejó.
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Un cierre simbólico de actividades para reconocer lo vivido, soltar lo que ya no va y prepararnos para lo que sigue con más intención y menos prisa.
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